Del Montgó a Manhattan. Valencianos en Nueva York (3 y 4)

• Guión y dirección: Juli Esteve. 
• Imagen, edición y  postproducción: Antoni Arnau y Esther Albert.

La guerra de sempre

Los valencianos emigrados en Estados Unidos no sólo trajeron modernidad y dinero para comprar tierra. Muchos pueblos de la Marina tuvieron durante la República alcaldes y concejales retornados de Nueva York. Tenían más bagaje y habían visto una manera diferente de vivir y de gobernar. Y por eso quisieron aplicar en sus municipios las reformas necesarias para que hubiera más justicia, libertad e igualdad. Pero la guerra lo echó todo a perder. Y a pesar de la moderación que exhibieron a partir del golpe del general Franco, todos los casos detectados en la investigación desembocarán en abril de 1939 en el exilio, en varios años de cárcel o incluso en alguna ejecución, como la de Aquilino Barrachina, alcalde de Pego. La segunda parte del documental aborda la posguerra, que generó una segunda oleada migratoria hacia los Estados Unidos, reservada únicamente a aquellos jóvenes valencianos que habían nacido allí veinte años atrás. Pero a pesar de tener pasaporte estadounidense, el gobierno de Franco les pondrá muchas dificultades, que ellos vencerán con valor e imaginación (82 minutos).

Els valencians d’Amèrica

El cuarto y último documental de la serie se centra en la vida que tuvieron y aún tienen los valencianos que se quedaron para siempre en Estados Unidos, tanto los de la primera hornada como los que se fueron a partir de los últimos años 40. La mayoría tuvieron una vida dedicada al trabajo y pudieron ganar buenos jornales y compartir el sueño americano. Pero ellos o sus hijos también protagonizaron capítulos muy conocidos de la historia de Estados Unidos. Hubo valencianos desembarcando en Normandía en junio de 1944, y aún hemos llegado a tiempo de que nos cuente esa experiencia; y también hemos podido localizar una superviviente valenciano-americana del atentado a las Torres Gemelas; y una bailarina famosa... Los valencianos de América montaron clubes y también pudimos visitar en New Britain, Connecticut, el único que todavía funciona y que les permite evocar juntos la tierra valenciana que dejaron atrás y hablar en valenciano (88 minutos).